En cuanto al papel que juegan las calorías en el desarrollo de la obesidad existen básicamente tres ideas:
1) Lo único que importa es el contenido calórica de la dieta (independientemente de la composición de la dieta)
2) Lo único importante es la composición de la dieta (no el contenido calórico)
3) EL contenido caloría y la composición de la dieta son igualmente importantes.
Las opciones 1 y 2 están en los extremos mientras que la 3) es más bien conciliadora de los dos puntos de vista.
Un nuevo estudio publicado en el Journal of the American Medical
Association, dirigido por la Dar. Cara B. Ebbeling pretende desafiar la idea de
que todas las calorías engordan igual independientemente del tipo de nutriente
(grasa, carbohidrato, proteína del cual provenga (
1).
El estudio
Lo que hicieron estos investigadores fue comparar tres
patrones alimentarios que difieren en carbohidratos, grasas,
proteínas y otros aspectos de la composición de la dieta, aunque el contenido
de carbohidratos fue sin duda una gran diferencia entre los grupos.
El estudio comenzó con voluntarios con sobrepeso y obesidad
que habían perdido un promedio de 14 por ciento del peso corporal con una dieta
baja en calorías. A estos se les sugirió que siguieran tres dietas diferentes,
las cuales fueron controladas con precisión por los investigadores:
1) Una dieta baja en grasas (LF), diseñada para reflejar las
recomendaciones convencionales haciendo hincapié en productos de grano entero e
incluyendo una gran variedad de verduras y frutas". 60-20-20 (carbohidratos-grasa-proteína).
Creo que estas personas estaban comiendo un montón de panes, pastas, etc.
2) Una dieta de bajo índice glicémico (BIG), una dieta
diseñada para "lograr una carga glucémica moderada mediante la sustitución
de productos de cereales y vegetales con almidón de fuentes de las verduras
saludables de bajo índice glicérico (las legumbres y las fruta) (40-40-20
carbohidratos-grasa-proteína).
3) Una dieta muy baja en carbohidratos (VLC), (10-60-30
carbohidratos-grasa-proteína) que consistía sobre todo en carne, verduras,
huevos, nueces y grasas añadidas.
Resultados
Después de cuatro semanas, se midió el gasto energético,
tanto en reposo como durante el transcurso de 24 horas. Se utilizaron
tecnologías avanzadas para medir estas variables. Lo que encontraron es que el
gasto energético en reposo, y durante las 24 horas, fue mayor en el grupo de
VLC, intermedia en la BIG, y el más bajo en el grupo LF-y las diferencias fueron
considerables, de hasta 308 calorías al día. Una limitación notable de este
estudio es que cada período de dieta sólo duró 4 semanas. No podemos inferir qué
habría ocurrido a estas personas después de 6 meses o un año.
Sin embargo, la dieta VLC produjo 3 cambios hormonales problemáticos:
disminución de la hormona tiroidea (puede causar estreñimiento, fatiga, sueño
pobre,
etc.), incremento en el cortisol
(causante de inflamación,
ver
(2))
e incremento en la proteína C-reactiva,
la cual esta relacionada con riesgo cardiológico.
La dieta baja en grasas (LF) salió bastante mal también. El
gasto de energía fue el menor las tres dietas, y la sensibilidad a la insulina
estimada fue también la más baja. Esto es interesante porque como señaló en el
estudio, las dietas bajas en grasas son las mas recomendadas a la mayoría de la
gente por las autoridades de nutrición. Esto apoya la evidencia existente en
otros estudios de que comer un montón de panes integrales y pastas
probablemente no es una gran estrategia para el mantenimiento o pérdida de
peso.
En general, la dieta de bajo índice glicémico (BIG) resulto
se la mas efectiva. Es la menos restrictiva de las tres, confiere una buena
"ventaja metabólica", es decir un consumo energético diferenciado de
las otras dietas, y no produjo cambios hormonales.
Pareciera entonces que una dieta que se base en lentejas, porotos,
carnes, nueces, frutas y verduras, a expensas de los granos (especialmente las
harinas) puede ser una buena opción para el mantenimiento de la pérdida de peso